Este es un
artículo escrito desde el relato de experiencia de María Magdalena Martínez, participante del curso virtual “El
maestro Integrador”
El ingreso de los
maestros integradores en las escuelas suele ser “a las apuradas”. Los procesos
de integración escolar inician año a año con la firma del acuerdo entre las
partes involucradas. En general, ese acuerdo se firma luego de ya iniciadas las
clases con el director de la escuela en presencia de la familia y del equipo
terapéutico. A algunos docentes no les molesta quedar fuera en esta primera
instancia pero para otros es vivido como una falta de consideración ya que en
esa reunión se establecen pautas en las que estarán involucrados sin siquiera
ser consultados. Y una vez firmado el acuerdo con la institución y la
familia…adentro.
Creo que el
primer contacto con el docente es fundamental es importante que ese primer
encuentro no sea dentro del aula. En esa primera instancia es necesario poder
conversar de los acuerdos ya establecidos con los directivos y de acuerdos
particulares de trabajo a futuro, pero fundamentalmente, es ese primer
encuentro se juegan sentimientos y emociones…uno como maestro integrador puede
registrar las ansiedades, miedos y resistencias del docente para poder
establecer desde ahí un vínculo cooperativo.
He aquí el relato de Magdalena: “La historia que voy contar es
sobre la primer experiencia de integración escolar que tuvo una compañera de
trabajo en el rol de maestra a cargo de primer grado y una maestra integradora
de uno de sus alumnos. Para la escuela, para la docente a cargo, para los padres,
para los alumnos del curso y para la niña con nee, también era su primera
experiencia.
A todos los docentes en la
primera reunión del año se nos mencionó de la llegada de Ana, una niña de 7
años con Síndrome de Down, y de María, la maestra que la acompañaría. Liliana,
era la maestra a cargo, se le había informado del ingreso de ambas unos días
antes de la reunión, pero aun tenía más dudas que claridad acerca de lo que iba
a suceder, por eso pidió una reunión con los directivos.
El día anterior al GRAN DIA, el
comienzo de clases, Liliana pasó toda la tarde junto a los directivos; y al
salir de esa reunión (con cara de desesperación) se dirigió corriendo a sala de
maestros, donde nos preparábamos para decorar las aulas. Algunos de los que
estábamos presentes nos animamos a preguntarle "¿qué le sucedía?",
ella no tardo en responder "que estaba desesperada, que nadie la entendía,
que iba a ser responsable total de esa niña inquieta, que los padres están
separados y quieren reuniones por separado, además tengo que reunirme con la
maestra integradora en mi tiempo de descanso, con el equipo técnico también hay
que reunirse, además el padre es maestro común y especial, la madre quiere que
la hija haga toda la primaria y sea un ejemplo para todos, el padre quiere que se
mantenga la privacidad de la niña" y siguió así un buen rato…
Cuando se pudo calmar sólo
quedábamos tres personas en la sala, de pronto con Liliana nos miramos de
manera interrogante. Estaba otra persona allí que nosotras no conocíamos, nuestras miradas fueron claramente interpretadas, ya que al
instante se levanto diciendo "Hola, me llamo María y soy la maestra
integradora que acompañará el proceso de
aprendizaje de Ana, un placer conocerlas". Liliana se puso
colorada, no sabía que decir, ya que había dicho TODO hacía unos instantes,
delante de María, y sin saberlo. Me pareció que lo mejor era salir de la
escena, así que me retiré saludando cordialmente, pero esperé a mi compañera
afuera de la sala.
María aprovechó la oportunidad y
se dirigió a Liliana enseguida: "Si supieras que muchas de las cosas que
sentís también las siento yo; es mi primera
experiencia por lo que veo también la tuya, no pretendo que acordemos en
todo y creo que tu tampoco lo esperas, pero si podemos tratar de encontrar el
camino para poder llevar esto en equipo". Liliana asintió con la cabeza, y
aprovechó la oportunidad para manifestarle su preocupación sobre la situación
de los padres (separados y que no se podían ver bajo ninguna circunstancia), a
lo que María tranquilamente dijo "centrémonos en Ana, el resto lo iremos
tratando de ver y acordar, tengamos en cuenta que para ellos también es la
primera experiencia". Liliana aun un poco angustiada le consultó
"¿cómo voy a hacer cuando no estés? los directivos me manifestaron que yo
tendría que ser responsable de Ana si le pasa algo, me dijeron que es una niña
muy inquieta y que se escapa ", María sacó de su bolsillo una imagen y se
la dio, era una foto de Ana. La maestra cambió la expresión en su rostro, y con
una sonrisa manifestó "empezamos bien ¿no? jajajaja, le pido que me
disculpe por mi manera de hacer catarsis dentro de esta sala", María
asintió con una sonrisa también.
Pasé una hora y media
esperándolas, como era mi compañera de grado, quería saber en qué ayudarla, y
me sorprendí gratamente de verlas salir con una sonrisa cómplice. Liliana se
acercó a mi agradeciéndome de haberla esperado, y al salir de la escuela no
tardo en decir "recién comienza este camino, no dudo que va a ser como
viajar hacia la montaña (con subidas y bajadas, curvas y contra curvas) con sus
precauciones y sus tiempos.Ana inició
primer grado acompañada por María tres veces por semana, y a mitad de año
pasaron a ser dos veces.”
Los maestros integradores ingresan a las
aulas convencidos de que su trabajo es “con” en niño con nee sin embargo creo,
que el trabajo es “con” los docentes “para” ese niño.
Quizás… si como maestros integradores
abriéramos un espacio, quizás, si los docentes se sintieran libres de decir lo
que sienten frente al desafío de tener un niño integrado en el aula, quizás los
maestros integradores podríamos intervenir ahí.
Facilitadora del curso virtual
El maestro integrador :reflexiones sobre un rol en permanente construcción
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